Creciendo en nuestras relaciones

Como seres humanos somos fundamentalmente sociales y necesitamos de la comunidad para sobrevivir tanto física como emocionalmente.  Por este motivo, las personas necesitamos pertenecer, estar en contacto y el calor...Necesitamos calmar nuestra sed de dar y recibir amor.

 

Precisamente en el encuentro amoroso con la otra persona, es donde logramos reconocernos profundamente a nosotros mismos. Cuando te observo, veo lo que eres en toda la expansión de tu ser, y de alguna manera también me estoy mirando, aprendo a conocerme y reconocerme, entonces  algo en mi profundidad se calma. Por esta razón, un ingrediente clave en la travesía del vivir, será sentirnos unidos y lograr unas relaciones más fértiles, hermanadas y cooperativas, sean estas relaciones de pareja o no.

 

En la actualidad, las parejas buscan sentirse emocionalmente conectadas y cierta afinidad de proyecto y sentido de  vida. Ya paso la época, en que el matrimonio se mantenía unido por presión social y la felicidad personal era una cuestión secundaria. Con tal que la pareja estuviera junta, que era lo esencial, se permitía que familias desestructuradas siguieran adelante, sin prever que sus miembros quedaran con heridas profundas durante el resto de su vida. Hoy en día, es la primera vez en la historia que cada miembro de la pareja busca en su interior esa comprensión nutritiva que lo ayude a sentirse consciente y completo, y se da un giro total hacia las relaciones conscientes. 

 

Conforme hemos ido evolucionando se observa que el desarrollo sano de la pareja presente, requiere integrar la dualidad de sexos, ya no como una diferencia sino mas bien como algo complementario que dará riqueza a la unión. Se entiende, que el mitad de las naranjas, ya se han convertido en algo poco edificante en la personas, y se urge que seamos más extensos y menos necesitadas de un bastón, que a la larga crearía dependencias emocionales destructivas. Se trata de equilibrar nuestro lado femenino y masculino, aunque internamente esa dualidad sea vivida en división entre mente y corazón, sentimiento y pensamiento, vulnerabilidad y poder; la guerra constante entre sexos, debe ser comprendida desde un lugar mas amoroso y responsable, donde la unidad se entienda como una necesidad de nuestra alma, para sentirse a gusto y plena.

 

En el nuevo mundo de hoy, surgen preguntas trascendentales que van de la mano con nuestro camino de evolución personal y como humanidad. Esta travesía es una búsqueda de lo que realmente somos, y para ello, nuestra conexión profunda con ese otro ser, es uno de los mejores vehículos para el viaje de pareja, viaje que podemos observar como una aventura de consciencia.

 

La relación de pareja por su propia naturaleza nos obliga a poner luz desde la consciencia, a nuestras partes oscuras y no visualizadas, así como a movilizar recursos internos tales como la paciencia, la generosidad, el respeto, el valor, la aceptación, los cuales nos dan un sentido más amplio y profundo de quienes somos.

 

Recomendaciones a seguir

Las relaciones de pareja vienen de la mano con innumerables conflictos, que cuando son enfocados desde la consciencia se convierten en oportunidades de crecimiento.  Es importante estar plenamente presentes en nuestra experiencia tal y como es. Abrir el corazón significa dar la oportunidad para crecer y extraer recursos internos.

 

Por este motivo se recomiendan tres capacidades esenciales que nos ayuden a estar con lo que hay:

  1. Conciencia: La práctica de la conciencia plena. Es una manera de retirarse hacia atrás y observar cualquier estado emocional en el que estemos atrapados, para no quedarnos en nuestro personaje. Normalmente cuando uno de los miembros se siente herido, es cuando se desencadena una pelea, en la que somos afectados por distintas emociones que raptan nuestro correcto discernimiento. Lo mejor: frenar y hacernos una pregunta: ¿Qué es lo que en realidad me esta doliendo?
  2. Valor:  Una vez que empezamos a desarrollar una mayor conciencia de lo que está sucediendo en la relación, es muy posible que a menudo no nos guste lo que vemos. En otras palabras, una vez que avanzamos en nuestra madurez emocional, no basta con ver lo que esta sucediendo, sino que conviene abrirse a la experiencia y sentirla, afrontarla directamente y dejar que nos afecte. El valor aparece cuando estamos dispuestos a sentarnos en el filo de nuestro dolor y lo miramos cara a cara.
  3. Bondad: Cuando nos atrevemos a mirarnos mas cerca, es quizás el momento que empezamos a sentir sensaciones que no nos gustaría tener, por este motivo no solo nos basta el valor sino también la bondad. Conviene que nos otorguemos permiso de equivocarnos. Que practiquemos la bondad no significa que toleremos cualquier cosa que suceda. Tengamos en cuenta que si el valor es una cualidad que afronta las cosas directamente, la bondad es la parte que se adapta o deja espacio a lo que hay.

Morella Martínez